Las iguanas son reptiles que se acostumbran fácilmente al trato humano si estos tienes paciencia pero difícilmente se reproducen en cautividad.
Por lo general viven 15 años, si están bien cuidadas pueden llegar a los 20años.
Pueden llegar a pesar hasta 9 kilos y medir 2.20 metros aunque la mayor parte se la lleva la cola.
Cuando una persona adquiere una iguana como mascota por primera vez esta descubriendo un mundo nuevo en lo que respecta a tener mascotas. Los reptiles no son tan sociables como lo son los perros, los gatos o los pequeños roedores. No tienen interés en interactuar con los humanos, a los que por lo general temen como lo hacen muchos animales. Aún así, con mucha paciencia y perseverancia se puedes lograr que una iguana llegue a disfrutar de la presencia de su dueño al llegar al punta de que se ponga feliz de verlo.
Es muy importante que te asegures de que el terrario tiene las condiciones de temperatura, humedad e iluminación necesarias para que tu iguana se desarrolle con vitalidad. Si alguno de estos factores no está como debe, lo más probable es que ella se aletargue, pierda el apetito y se enferme, lo que haría inútil cualquier consejo sobre domesticación, lo primero es su salud. Estudia también todo lo referente a alimentación para que no le falte nada y pueda crecer lo mejor posible.
Seguramente habrás escogido una iguana sana, con un saludable color verde, bien activa, alerta y con buen apetito. Ella debe mostrar alguna reacción cuando te acercas, como mirarte, levantarse, exponer el pliegue de piel bajo su garganta. Una iguana recién adquirida que no responde de ninguna manera, está enferma, muy estresada o deprimida con toda seguridad. Lo que es muy importante es que la lleves a un veterinario especialista en la primera semana, junto con una muestra de materia fecal. Los parásitos son muy frecuentes y es realmente sencillo eliminarlos.
Una vez que tu iguana está realmente sana y su terrario en condiciones puedes empezar a relacionarte con ella para intentar crear un vínculo de confianza entre los dos. Cuanto más pequeña sea, mejor, pues te será más fácil manejarla.
Por lo general las iguanas extienden el pliegue bajo el mentón al verte; esta es una actitud de defensa o de agresión. Si están enfadadas suelen mover su cabeza en un vaivén, abrir la boca y agitar su cola.
Si solo extiende el pliegue, entonces puedes intentar tocarla. Es mejor que no la levantes al principio, en cambio pon tu mano a su altura dentro del terrario en un rincón alejado y luego acércala en un movimiento horizontal. Mientras tanto háblale con voz calma y suave. Si te deja, puedes acariciar su cabeza o también ofrecerle una hoja tierna que le guste, como un diente de león. Nunca acerques tu mano desde arriba, pues así atacan algunos predadores y se asustan mucho. Repite este procedimiento por unos días o semanas, según la reacción de tu iguana. Cuando se de cuenta de que no intentas dañarla y ya no se asusta, pueden levantarla con cuidado. Luego levántala un ratito todos los días para domesticarla. Es importante que vayas con tranquilidad y firmeza. Si ella logra asustarte con sus demostraciones, aprenderá rápidamente lo que debe hacer para disuadirte y lo hará cada vez con mayor intensidad hasta volverse agresiva. Una iguana de 30-45 cm no puede hacerte mucho daño, así que no debes tener miedo. Por otro lado, no la levantes si lucha demasiado; la estresarás más y tendrás que apretarla para sostenerla, cosa nada agradable para ella. Si se te escapa, no la tomes de la cola, pues podría perderla. Procura levantarla en un ambiente cerrado, seguro y sin escondrijos donde luego no puedas sacarla. Así si queda suelta no tendrás problema en tomarla de nuevo con suavidad.
Puede llevarle bastante tiempo hasta darse cuenta que tus intenciones son buenas y no la lastimarás. Debes tener mucha paciencia y seguir intentando todos los días. Ya verás que cuando lo logres te será mucho más fácil levantarla y acariciarla. Siempre háblale suavemente, no grites. Las iguanas pueden aprender algunas palabras, como No o Mal, sobre todo si las dices en otro tono de voz. También reconocen nuestro lenguaje corporal, de modo que puedes hacer signos visuales mientras hablas.
Aprende a reconocer su estado de ánimo. Los movimientos rápidos de cabeza, agitación de la cola y la boca abierta son signos de malestar y agresividad. Mientras sea pequeña esto no debe detenerte si tienes que levantarla, pero cuídate de su boca. Una iguana pequeña no podrá lastimarte demasiado y debe acostumbrarse a que la alces. Si te muerde, no retires tu dedo de un tirón porque los dientes son muy filosos y te puede hacer un corte. Mejor espera a que abra la boca para poner tu dedo a salvo. Luego lava y desinfecta muy bien la zona. Una iguana adulta, en cambio, sí puede hacerte daño; por eso es tan importante que la domestiques desde temprano. Piensa que habrá muchas ocasiones en que tendrás que levantarla, para limpiar la jaula, para darle medicación, llevarla al veterinario o sacarla del agua para cambiarla. Además si se hace dócil podrás sacarla a tomar sol o a pasear por un jardín o la habitación y esto le resultará muy gratificante.
Un truco muy bueno para cuando tienes a tu iguana en brazos y no está muy conforme es moverte hacia los lados lentamente, como si acunaras un bebé. Esto parece relajarlos mucho y logra que se calmen. Si decides soltarla en una habitación procura no perseguirla para volver a atraparla. Esto la asustaría y sería un retroceso en la relación. Siempre puedes recurrir a las golosinas saludables para que acuda a ti o para premiarla cuando no es agresiva.
Domesticar a una iguana lleva tiempo y paciencia. Piensa en por lo menos 3 meses hasta conseguir que no se asuste y que puedas confiar en ella. Tienes que conseguir, como mínimo, poder levantarla cada vez que quieras sin que te agreda. Cada iguana tiene una personalidad diferente, de modo que tienes que aprender a conocerla para aplicar los métodos más apropiados. Con paciencia y un poco de inteligencia puedes lograr que tu iguana sea un animal afectuoso, confiable y alegre que disfrute de tu compañía.
Por lo general viven 15 años, si están bien cuidadas pueden llegar a los 20años.
Pueden llegar a pesar hasta 9 kilos y medir 2.20 metros aunque la mayor parte se la lleva la cola.
Cuando una persona adquiere una iguana como mascota por primera vez esta descubriendo un mundo nuevo en lo que respecta a tener mascotas. Los reptiles no son tan sociables como lo son los perros, los gatos o los pequeños roedores. No tienen interés en interactuar con los humanos, a los que por lo general temen como lo hacen muchos animales. Aún así, con mucha paciencia y perseverancia se puedes lograr que una iguana llegue a disfrutar de la presencia de su dueño al llegar al punta de que se ponga feliz de verlo.
Es muy importante que te asegures de que el terrario tiene las condiciones de temperatura, humedad e iluminación necesarias para que tu iguana se desarrolle con vitalidad. Si alguno de estos factores no está como debe, lo más probable es que ella se aletargue, pierda el apetito y se enferme, lo que haría inútil cualquier consejo sobre domesticación, lo primero es su salud. Estudia también todo lo referente a alimentación para que no le falte nada y pueda crecer lo mejor posible.
Seguramente habrás escogido una iguana sana, con un saludable color verde, bien activa, alerta y con buen apetito. Ella debe mostrar alguna reacción cuando te acercas, como mirarte, levantarse, exponer el pliegue de piel bajo su garganta. Una iguana recién adquirida que no responde de ninguna manera, está enferma, muy estresada o deprimida con toda seguridad. Lo que es muy importante es que la lleves a un veterinario especialista en la primera semana, junto con una muestra de materia fecal. Los parásitos son muy frecuentes y es realmente sencillo eliminarlos.
Una vez que tu iguana está realmente sana y su terrario en condiciones puedes empezar a relacionarte con ella para intentar crear un vínculo de confianza entre los dos. Cuanto más pequeña sea, mejor, pues te será más fácil manejarla.
Por lo general las iguanas extienden el pliegue bajo el mentón al verte; esta es una actitud de defensa o de agresión. Si están enfadadas suelen mover su cabeza en un vaivén, abrir la boca y agitar su cola.
Si solo extiende el pliegue, entonces puedes intentar tocarla. Es mejor que no la levantes al principio, en cambio pon tu mano a su altura dentro del terrario en un rincón alejado y luego acércala en un movimiento horizontal. Mientras tanto háblale con voz calma y suave. Si te deja, puedes acariciar su cabeza o también ofrecerle una hoja tierna que le guste, como un diente de león. Nunca acerques tu mano desde arriba, pues así atacan algunos predadores y se asustan mucho. Repite este procedimiento por unos días o semanas, según la reacción de tu iguana. Cuando se de cuenta de que no intentas dañarla y ya no se asusta, pueden levantarla con cuidado. Luego levántala un ratito todos los días para domesticarla. Es importante que vayas con tranquilidad y firmeza. Si ella logra asustarte con sus demostraciones, aprenderá rápidamente lo que debe hacer para disuadirte y lo hará cada vez con mayor intensidad hasta volverse agresiva. Una iguana de 30-45 cm no puede hacerte mucho daño, así que no debes tener miedo. Por otro lado, no la levantes si lucha demasiado; la estresarás más y tendrás que apretarla para sostenerla, cosa nada agradable para ella. Si se te escapa, no la tomes de la cola, pues podría perderla. Procura levantarla en un ambiente cerrado, seguro y sin escondrijos donde luego no puedas sacarla. Así si queda suelta no tendrás problema en tomarla de nuevo con suavidad.
Puede llevarle bastante tiempo hasta darse cuenta que tus intenciones son buenas y no la lastimarás. Debes tener mucha paciencia y seguir intentando todos los días. Ya verás que cuando lo logres te será mucho más fácil levantarla y acariciarla. Siempre háblale suavemente, no grites. Las iguanas pueden aprender algunas palabras, como No o Mal, sobre todo si las dices en otro tono de voz. También reconocen nuestro lenguaje corporal, de modo que puedes hacer signos visuales mientras hablas.
Aprende a reconocer su estado de ánimo. Los movimientos rápidos de cabeza, agitación de la cola y la boca abierta son signos de malestar y agresividad. Mientras sea pequeña esto no debe detenerte si tienes que levantarla, pero cuídate de su boca. Una iguana pequeña no podrá lastimarte demasiado y debe acostumbrarse a que la alces. Si te muerde, no retires tu dedo de un tirón porque los dientes son muy filosos y te puede hacer un corte. Mejor espera a que abra la boca para poner tu dedo a salvo. Luego lava y desinfecta muy bien la zona. Una iguana adulta, en cambio, sí puede hacerte daño; por eso es tan importante que la domestiques desde temprano. Piensa que habrá muchas ocasiones en que tendrás que levantarla, para limpiar la jaula, para darle medicación, llevarla al veterinario o sacarla del agua para cambiarla. Además si se hace dócil podrás sacarla a tomar sol o a pasear por un jardín o la habitación y esto le resultará muy gratificante.
Un truco muy bueno para cuando tienes a tu iguana en brazos y no está muy conforme es moverte hacia los lados lentamente, como si acunaras un bebé. Esto parece relajarlos mucho y logra que se calmen. Si decides soltarla en una habitación procura no perseguirla para volver a atraparla. Esto la asustaría y sería un retroceso en la relación. Siempre puedes recurrir a las golosinas saludables para que acuda a ti o para premiarla cuando no es agresiva.
Domesticar a una iguana lleva tiempo y paciencia. Piensa en por lo menos 3 meses hasta conseguir que no se asuste y que puedas confiar en ella. Tienes que conseguir, como mínimo, poder levantarla cada vez que quieras sin que te agreda. Cada iguana tiene una personalidad diferente, de modo que tienes que aprender a conocerla para aplicar los métodos más apropiados. Con paciencia y un poco de inteligencia puedes lograr que tu iguana sea un animal afectuoso, confiable y alegre que disfrute de tu compañía.
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